Queridos músicos, aprendices, aficionados y profesionales,
queridos clientes, queridos amigos.
Otro año más que pasó, un año especial para este servidor, el primer año con un taller a puertas abiertas, trabajando por cuenta propia, sin casas de música como intermediarios, directo con ustedes.
Quiero agradecerles haberlo hecho posible, por permitirme
vivir de lo que amo y dejarme formar parte, aunque sea de forma indirecta de
sus creaciones, de su música, de su arte.
Para un luthier, formar parte de ese hermoso proceso
conocido como música es un placer indescriptible, y eso lo hacen posible
ustedes, sin sus manos, un instrumento no es más que un pedazo de árbol muerto,
y, en el mejor de los casos, un bello adorno.
Muchas gracias también a aquellos músicos que me hacen
crecer como profesional, que alimentan la relación constructor-intérprete lo
que hace que ganemos todos, que gane la música, que sea más propia, que cada
quien avance en su búsqueda del propio sonido, en la expresión de sus músicas
interiores.
Infinitos agradecimientos a aquellos que cruzaron una línea
entre mates, virutas y pruebas de sonido, y hoy, con orgullo, no los llamo
clientes, sino amigos.
Y por último, un gran abrazo a los que ayudan a difundir mis
trabajos, teniendo en cuenta que el taller está en un pueblito en la montaña,
puedo trabajar gracias a ellos, los que comparten alguna imagen, hablan con su
compañero del conservatorio sobre mis guitarras, traen a sus amigos al taller,
etc.
¡Muchas gracias a todos ustedes, brindo por un nuevo año
junto a ustedes, pero con más instrumentos, más viruta y, por supuesto, mucha
más música!